2004 - 30 de diciembre - 2005
Nada será igual en Buenos Aires. Ni el pulso de su noche, hasta hace poco admirada, porque aumentarán su insomnio los padres y reprimirán su inconciente alegría los hijos. Ni el atropello de su día, pleno de mezquindades y ambiciones, porque no habrá más cuerpos ni rincones que finjan sorpresa o intenten olvidar lo ocurrido.
Lo trágico, lo fatal, lo tremendo entró a Buenos Aires y su onda tenue pero imparable ya se expandió y hoy, a un año, todo lo contamina.
Nada será igual porque el número, tal como presumen los modernos cronistas, dimensiona el hecho, aporta exactitud a un dato de la vida. El número, afirman ellos, inunda de volumen nuestras cabezas y nos clarifica. 194 es ese número. Es casi 200 y mas de 100, o sea, muchos.
194, una multitud concentrada en esas tres cifras.
La multitud asombra; ella magnifica lo que sucede en su interior: si marcha, si salta, grita, baila y también si muere.
Cuando el hijo muere antes que el padre la herencia se invierte, no hay legado posible del progenitor a su progenie, el río de la vida cambia su curso en una contracorriente inexplicable.
¿Cual es la herencia que estos hijos nos dejan? ¿ Estamos listos para oír la frase de su testamento apresurado?
Lo cierto es que no hay muerte que no se nos presente vana, porque la muerte siempre es incomprensible a los ojos de la razón. Quizas si fuesemos capaces de descubrir alguna enseñanza, y sobre todo si lo lograramos, entonces ella, la muerte, pase a ser parte de la vida y el ciclo se habra equilibrado.
2 Comments:
te llegò mi email? sòlo por curiosidad. cariños, d.(¿o alguien màs te corrigiò?)
daniela, me olvidaba: gracias por la correccion. cariños.
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